ÁNGELES
SODOMIZADOS
Cómo cantar a la intensidad de la piel que se apodera de la juventud sino a
través del equilibrio de la palabra. Mientras el Hombre (el humano) esta en
construcción, definiendo la orilla que tomará para correr la vida, la palabra
ya lo ha descifrado y ha decidido por él.
La palabra es superior a cualquier intento de
fuga. Luis Franco lo ha entendido
así y desviste de la manera más honesta a los ángeles que lo rodean y a si
mismo, entonces dice con certeza:
“por eso uno empieza a ser sincero
consigo mismo/para no volverse revolver o veneno para ratas /para atraer a
todos hacia uno/para vomitar el nombre, el día y la bala”. Y en otro poema dice: “emulé la masturbación de los ángeles /
como el acto necesario para existir”.
Este es el punto de partida para caerle a
palos a la moralina y sus hermanas
mojigatas. El poemario se
construye como un acto transgresor y enfrenta esa estructura de poder que no
permite hablar del amor entregado en todas las formas. Así desde el espanto hasta la
excitación profunda, recorre los días que lo han visto entregarse al mar, a su
mar de olas grandes como alas.
Ángeles sodomizados es efervescencia, la piel
vs. la piel enfrentadas en el acto amatorio , la piel vs. el espejo descifrando
en cada poro su identidad; y en esa lucha el poemario se convierte en
grito; parafraseando uno de sus
poemas, Luis Franco abrió la boca y tentó
a las vocales bajo la noche, bajo la luz.
Este poemario suena en distintas intensidades
y delata su creación: muchas veces exigente y concentrado y otras como una descarga.
El trabajo está hecho e inicia el camino, llegaremos un día
al poema.
Aquí empieza el oficio del lector, es la
hora, atrapen un ángel con sus manos, y sabrán distinguir las olas que suenan
más fuerte y las que en bajo volumen también cantan.
Aquí les dejo los que para mi, son los dos mejores poemas del libro
F
Nada me aterra más
que la mano de una niña
rebuscando entre mis vísceras a Dios.
Yo tenía un romance con querubines
a los que penetraba cuarenta veces en
un día.
Un solo cuerpo con dos cabezas
¿es suficiente?
He aquí la victoria:
mujer agonizante, incolora y
desértica;
su nombre es Catástrofe.
[Los hijos detrás de la sangre]
Adoptando el color necesario:
cetáceos, anfibios, cuadrúpedos.
Levantemos la piel, sacudamos el
disfraz.
Yo tenía un ángel entre las páginas de
un parís frío
al que besé y amé debajo de los
manzanos.
Un solo cuerpo con dos cabezas
no era suficiente. Yo quería más, asesino,
víctima.
Para que nos serviría la historia,
lo heleno, lo bárbaro, lo latino:
también reposa el silencio
en la sabiduría glacial del cobalto.
¿Cuál es el acto reparador
de ese NO que mancha las manos?
¿la cruz?
¿la cicuta?
¿la poesía?
I
a J. S.
No importa si el castigo viene para los
huérfanos.
El hombre ha hecho dentro de sí,
un refugio para otro hombre.
Una luz polvorienta
que encuentra un profundo lamento
de lo vacío.
Así que no interesa el hecho que la flor
nazca de la mañana turbia y sedienta.
He venido temprano, sin bozal,
sin trompetas expeliendo el vocablo
negro de los ídolos,
a escudriñar la furia de las gaviotas
en la crápula de la desidia.
Subí presuroso a la torre
para escribir este canto que acoge la
derrota.
Ya la nostalgia divide mi mente,
la letra y el sollozo,
el pedacito donde deposito mi catre
y el apellido materno que me figura.
Y he comprendido que la guerra
aún muerde los nervios de mi carne.
Esto no acabará nunca,
por más que lo desee.