jueves, 3 de noviembre de 2011





DINA BELLRHAM Edelina Beltrán Ramos (Milagro, 1984-Guayaquil, 2011)

Por: Freddy Ayala Plazarte

Poeta, integrante del Grupo Buseta de papel de Guayaquil, estudiante de medicina, una de las voces femeninas que animaron el quehacer literario actual de la poesía joven ecuatoriana. Con plexo de culpa (2008) y La mujer de helio (2011), fueron dos muestras de interesantes diálogos que exponían una poética entre el surrealismo, romantiscismo, y aquella exploración interna, inmanente, de visualizar el inconsciente del ser humano, de condensar una afirmación femenina desde los símbolos como títeres, muñecas, zapatos, y sobre todo, había un espejo que reflejaba un “yo” en su otro, su otra, sus otras, quizá sea la metáfora de dar sentido a la condición humana con el conflicto y la lucha simbólica por ser-en-el-mundo.

Y así como los poetas Cachibache y Carolina Patiño, hace casi un decenio desaparecieron temprano sus párpados y bajaron el telón de la ceremonia física de ya no sentir una lágrima o una sonrisa; ¿Y cabe acaso pensar en lo que asumimos como joven o anciano? ¿Si un mismo sujeto puede ser un niño y anciano a la vez, si puede empoderar diversas edades en un mismo cuerpo, más aún, en un mismo instante? Aunque como dice Manuel Cruz: la edad que cumple el cuerpo es una y la edad del sujeto es otra.



Dina: para quienes te pudimos conocer más allá del mundo literario, en tu mundo cotidiano, en un mundo más humano, en el mundo del duende lorquiano que evocabas,
Por todos aquellos instantes compartidos que ahora se deslizan por la memoria, te dejamos la continuidad de los puntos suspensivos
                                               


MINUTO DE SILENCIO
                       
                                                a Dina Bellrham 

Y un paciente agrandó la memoria cuando su mirada
hizo péndulos estrábicos en la pared
antes del amanecer   
estuvo junto a los títeres  
abrazando una caja musical
Orfeo aún respiraba sus pasos entre las cortinas 
y un concierto de muñecas
acompañando lo ausente
despeinando molleras

Ya no pudo averiguar 
por la angustia en las dimensiones del zapato
                                    arrojando el olvido a los muebles           
                                    dejando su cuerpo en las palabras
quizá alcanzó el minúsculo sentido de la existencia
en alguna forma del silencio

porque bajo las máscaras  
caminaron las hormigas siguiendo a la Mujer de helio  
en ocasiones madrugando al encuentro de un duende lorquiano
y atrás del horizonte
el silencio solo pudo dibujar otro cuerpo que reclamó más mutismo    
  

1 comentarios:

Joel Bustos Tello dijo...

Hay! eso de querer partir, sin irse duele, como duele; se desangra el corazón, no muere, porque se coge del brazo y se enreda en el alma. Estas aquí, lo has conseguido…
Joel Bustos Tello

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